Esta semana papá-Carlos me regaló un poema; no se crean que aquí a mi
partenaire le ha dado por la escritura (no conozco a nadie con tanta
capacidad de redacción y tan pulcro para la ortografía y la corrección
sintáctica y, al mismo tiempo tan poco dotado de creatividad lírica). El
caso es que estábamos desayunando tranquilamente en una terraza,
disfrutando de las vacaciones y el buen tiempo, cuando de pronto llamó
mi atención un chico con un puñado de papelillos escrupulosamente
enrollados en canutillo y ataditos cada uno con un pequeño lazo.
Por la calle Real de Coruña uno se encuentra, como por tantas calles de
tantas ciudades, con todo tipo de artistas ambulantes: mimos,
violinistas, payasos que ofrecen espectáculo para los más pequeños,... y
allí de pronto, plantado en el medio de la calle, había un chico
delgado, desgarbado, con un sombrero viejo y unos pantalones cortos con
deportivas y corbata que vendía POESÍA. Y una, que se metió a filóloga
para desentrañar los versos de los poetas populares, de aquellos que
creían que la poesía nacía en la calle y a poder ser copa en mano, no
pudo menos que pedirle a papá-Carlos que le regalara un poema. Y el
regalo fue perfecto. Así que yo no puedo menos que prestárselo sin
juzgarlo, sin valoraciones, sin que me pertenezca ni a mi ni a ustedes,
ni siquiera al tipo desgarbado que nos lo vendió:
La verdadera revolución (I)
La llama de la Revolución se ha prendido de nuevo,
el mundo entero ha comenzado a arder,
y esta vez no, esta vez no,
el fuego ya no podrá ser sofocado...
Pero antes de alzar mi antorcha
junto a la del resto de mis compañeros,
he de iluminar con ella mi interior
para encontrar así mi verdadera esencia...
Yo, que ni soy bohemio, ni soy loco,
ni soy niño, ni soy poeta siquiera,
yo, que soy solo materia, solo partículas,
parte del todo...
Yo que soy la palabra escrita
y la voz muda
de esos cuerpos inertes, sin vida,
que se deshacen en las guerras...
Como se deshacen las gotas de lluvia
sobre la piedra caliente
en un día de sol ardiente
cualquiera...
Pd.: Hoy me lo vuelto a encontrar, se acercó a mí para preguntarme si me
había gustado, y si había tenido tiempo de entrar en su página web para
leer otras cosas que tenía escritas; respondí con un simple "sí" y una
sonrisa. Si se lo encuentran, cómprenle un poema, porque, ¿no es genial
que haya tipos por la calle que vendan POESÍA?.
Disfruten del miércoles...de lo que queda.