lunes, 23 de marzo de 2015

De kilos, mapachadas y preparativos...

23 semanas  de embarazo, unos cuantos kilos acumulados (ya casi no me ato los cordones de las deportivas) y un mapache rebelde que está haciendo del "no quiero" su himno y su bandera. Este es el resumen de los últimos tiempos, así, a grandes rasgos. No me siento inspirada últimamente para acercarme por aquí, y tampoco tengo demasiado tiempo, pero echaba de menos este rinconcito y el ratito de terapia. Manuel se mueve más cada día y por supuesto, elige las noches para sus bailecitos, al mismo tiempo que a su hermano le ha dado por tener miedo a la oscuridad. Yo siempre me he mostrado bastante estricta en no dejarlo dormir con nosotros, entre otras cosas, porque creo que en lo del sueño y en las costumbres a la hora de irse la la cama, hemos sido siempre muy disciplinados, y no me gustaría tirar todo esto por la borda. Así que nos hemos inventado mil historias, hemos comprado todo tipo de lámparas quitamiedos (la casa por la noche parece una verbena), y hemos agotado hasta el último de los recursos para que el mapache vuelva a dormir tranquilo. Les diré que, de momento, progresamos adecuadamente en el tema, no sin algún que otro sobresalto nocturno que, más o menos, vamos gestionando. 

Les diré también que la casa empieza a estar algo patas arriba preparándose para la llegada de Manuel (adaptar  una casa de poco más de 70 metros cuadrados a las necesidades de cuatro requiere de una capacidad organizativa a prueba de paciencia, ingenio y alguna que otra pirueta): baldas para sacar más partido al baño de los chicos (el mío es mi feudo y último reducto, así que no pienso ceder ni un azulejo), sustitución de la cama del mapache por literas con cajones, y una limpia casi exterminadora de los trasteros para poder sacarles máximo rendimiento. Todo esto, aderezado con sesiones de bricolaje mano a mano con mi padre, que vienen a ser algo así como la tercera guerra mundial pero sin víctimas mortales. En su favor diré que es un crack del taladro y los destornilladores eléctricos, y su caja de herramientas es algo muy parecido a la maleta de mi adorada Mary Poppins.

Por otra parte, la teniente O'Neal y el ginecólogo son a mi vida, en los últimos tiempos, lo que a mi hijo la oscuridad; ¡les tengo verdadero terror!. Dieta hiper estricta y una hora de cinta cada día. Eso sí, después de dos meses regañándome, en el último obtuve dos felicitaciones que los dos apuntillaron con la coletilla "no te confíes". Durante los embarazos, sumo a los kilos habituales una retención de líquidos brutal y un exceso de líquido amniótico que hacen que mi altura uterina esté, casi desde el principio, dos o tres semanas por encima de la que toca. Señores, no me pongo gorda, ¡¡¡soy un océano en estado puro!!!.

Así que ya ven, entre kilos de más, mapachadas varias, reorganización de la casa y sesiones de bricolaje, me encuentro en mi salsa. El verano nos trae cambios y mucha, mucha ilusión. Mi Manuel está en camino y la casa ya se prepara para llenarse de nuevo de biberones, pañales, chupetes, ojeras y noches de verbena. Les diré que, a esta felicidad incauta e inconsciente que traen los hijos, se suma la que me produce la llegada de una princesa en forma de sobrina-ahijada (el destino me tenía que recompensar en algún momento con una niña) que promete ser, sin rival, la niña de mis ojos.

Gracias por el ratito compartido y disfruten de lo que queda de semana.