Recuerdo su ceño fruncido y su naricita apretada contra mi cara, ese calor dulce y húmedo del que ya nunca me querría separar.
De todo esto hace ya tres años y el mapache sigue mandando y frunciendo mucho el ceño. Tiene carácter y una risa contagiosa que le achina los ojos y le hace tirarse para atrás. Es una de las personas más cabezotas que conozco y también una de las más fuertes, aunque eso él todavía no lo sabe. Desde que nació supe que sus tiempos los marcaba él, que no valen las comparaciones con otros niños de su edad, ni tampoco las estadísticas. Nació con menos de 8 meses, estuvo solo un día en la incubadora... Va por libre arrastrando su "sabanita" por el mundo.
Al mapache le puede la timidez, pero si hay música se arranca a bailar y pide que le hagan corro y le toquen palmas, es uno de sus contrasentidos, de esas cosas que lo hacen diferente. Así que este año le haremos una fiesta para que baile, cante y toque su guitarra rodeado de todos los que lo queremos. Tendrá tarta, piñata, regalos... Yo a cambio solo le pido una cosa: su sonrisa, porque me hace libre, ¡me pone alas!.
¡Felicidades Mapache, te quiere mamá!
P.D. A Miguel Hernández le debo, además de absoluta devoción, estos versos que tanto utilizo y la más grande de las gratitudes por haber escrito uno de los más hermosos poemas de amor:
"...Tu risa me hace libre, me pone alas. Soledades me quita, cárcel me arranca..."
Las nanas de la cebolla.
Ohhh...!!!!!
ResponderEliminarQué bonito!!!!!!
Me encanta...!!!!!!
No dejes nunca de escribir.
Nacho es especial, pero su madre....TAMBIÉN. !!!
Muuuuuuchas gracias!!
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